martes, 2 de febrero de 2010

PABLO NERUDA

Pablo Neruda
A todos, a vosotros...



A TODOS, a vosotros,los silenciosos seres de la nocheque tomaron mi mano en las tinieblas, a vosotros,lámparasde la luz inmortal, líneas de estrella,pan de las vidas, hermanos secretos,a todos, a vosotros,digo: no hay gracias,nada podrá llenar las copasde la pureza,nada puedecontener todo el sol en las banderasde la primavera invencible,como vuestras calladas dignidades.Solamentepiensoque he sido tal vez digno de tantasencillez, de flor tan pura,que tal vez soy vosotros, eso mismo,esa miga de tierra, harina y canto,ese amasijo natural que sabede dónde sale y dónde pertenece.No soy una campana de tan lejos,ni un cristal enterrado tan profundoque tú no puedas descifrar, soy sólopueblo, puerta escondida, pan oscuro,y cuando me recibes, te recibesa ti mismo, a ese huéspedtantas veces golpeadoy tantas vecesrenacido.A todo, a todos,a cuantos no conozco, a cuantos nuncaoyeron este nombre, a los que vivena lo largo de nuestros largos ríos,al pie de los volcanes, a la sombrasulfúrica del cobre, a pescadores y labriegos,a indios azules en la orillade lagos centelleantes como vidrios,al zapatero que a esta hora interrogaclavando el cuero con antiguas manos,a ti, al que sin saberlo me ha esperado,yo pertenezco y reconozco y canto.
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Arena americana, solemne...

ARENA americana, solemneplantación, roja cordillera,hijos, hermanos desgranadospor las viejas tormentas,juntemos todo el grano vivoantes de que vuelva a la tierra,y que el nuevo maíz que nacehaya escuchado tus palabrasy las repita y se repitan.Y se canten de día y de noche,y se muerdan y se devoren,y se propaguen por la tierra,y se hagan, de pronto, silencio,se hundan debajo de las piedras,encuentren las puertas nocturnas,y otra vez salgan a nacer,a repartirse, a conducirsecomo el pan, como la esperanza,como el aire de los navíos.El maíz te lleva mi canto,salido desde las raícesde mi pueblo, para nacer,para construir, para cantar,y para ser otra vez semillamás numerosa en la tormenta.Aquí están mis manos perdidas.Son invisibles, pero túlas ves a través de la noche,a través del viento invisible.Dame tus manos, yo las veosobre las ásperas arenasde nuestra noche americana,y escojo la tuya y la tuya,esa mano y aquella otra mano,la que se levanta a luchary la que vuelve a ser sembrada.No me siento solo en la noche,en la oscuridad de la tierra.Soy pueblo, pueblo innumerable.Tengo en mi voz la fuerza purapara atravesar el silencioy germinar en las tinieblas.Muerte, martirio, sombra, hielo,cubren de pronto la semilla.Y parece enterrado el pueblo.Pero el maíz vuelve a la tierra.Atravesaron el silenciosus implacables manos rojas.Desde la muerte renacemos.
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