lunes, 9 de abril de 2012

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EVANGELIO JUEVES SANTO


jueves 05 Abril 2012

Jueves Santo: Misa de la tarde del Jueves Santo en memoria de la Cena del Señor


Santo(s) del día : San Vicente Ferrer


Evangelio según San Juan 13,1-15.

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que 


había llegado la hora de pasar de este mundo al 


Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban


 en el mundo, los amó hasta el fin. 

Durante la Cena, cuando el demonio ya había 



inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el 


propósito de entregarlo, 

sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus



 manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, 

se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando 



una toalla se la ató a la cintura. 

Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar 



los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla 


que tenía en la cintura. 

Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: "¿Tú, 



Señor, me vas a lavar los pies a mí?". 

Jesús le respondió: "No puedes comprender ahora lo



 que estoy haciendo, pero después lo comprenderás".





"No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a 



mí!". Jesús le respondió: "Si yo no te lavo, no podrás 


compartir mi suerte". 

"Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los 



pies, sino también las manos y la cabeza!". 



Jesús le dijo: "El que se ha bañado no necesita 



lavarse más que los pies, porque está completamente 


limpio. Ustedes también están limpios, aunque no 


todos". 

El sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho:



 "No todos ustedes están limpios". 

Después de haberles lavado los pies, se puso el 



manto, volvió a la mesa y les dijo: "¿comprenden lo 


que acabo de hacer con ustedes? 

Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, 



porque lo soy. 

Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los 



pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a 


otros. 

Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que



 yo hice con ustedes.

 

 

EVANGELIO MIÉRCOLES SANTO


miércoles 04 Abril 2012

Miércoles Santo


Santo(s) del día : San Isidoro de Sevilla


Evangelio según San Mateo 26,14-25.

Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote,

 fue a ver a los sumos sacerdotes 

y les dijo: "¿Cuánto me darán si se lo entrego?".


 Y resolvieron darle treinta monedas de plata. 

Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión 



favorable para entregarlo. 

El primer día de los Acimos, los discípulos fueron



 a preguntar a Jesús: "¿Dónde quieres que te 


preparemos la comida pascual?". 

El respondió: "Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: 'El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos'". 


Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y



 prepararon la Pascua. 

Al
atardecer, estaba a la mesa con los Doce 


y, mientras comían, Jesús les dijo: "Les aseguro



 que uno de ustedes me entregará". 

Profundamente apenados, ellos empezaron a 



preguntarle uno por uno: "¿Seré yo, Señor?". 

El respondió: "El que acaba de servirse de la 



misma fuente que yo, ese me va a entregar. 

El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, 



pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre 


será  entregado: más le valdría no haber nacido!". 

Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: "¿Seré



 yo, Maestro?". "Tú lo has dicho", le respondió 


Jesús.    




EVANGELIO MARTES SANTO


martes 03 Abril 2012

Martes Santo


Santo(s) del día : San Juan Brittos 

Evangelio según San Juan 13,21-33.36-38.

Después de decir esto, Jesús se estremeció y 


manifestó claramente: "Les aseguro que uno de 


ustedes me entregará". 

Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a 



quién se refería. 

Uno de ellos -el discípulo al que Jesús amaba- estaba 



reclinado muy cerca de Jesús. 

Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: "Pregúntale a 





quién se refiere". 

El se reclinó sobre Jesús y le preguntó: "Señor,



 ¿quién es?". 

Jesús le respondió: "Es aquel al que daré el bocado 



que voy a mojar en el plato". Y mojando un bocado,


 se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. 



En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. 



Jesús le dijo entonces: "Realiza pronto lo que tienes 


que hacer". 

Pero ninguno de los comensales comprendió por qué



 le decía esto. 

Como Judas estaba encargado de la bolsa común, 



algunos pensaban que Jesús quería decirle: "Compra 


lo que hace falta para la fiesta", o bien que le 


mandaba dar algo a los pobres. 

Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas 



salió. Ya era de noche. 

Después que Judas salió, Jesús dijo: "Ahora el Hijo 



del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido 


glorificado en él. 

Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará 



en sí mismo, y lo hará muy pronto. 

Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes.



 Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo 


mismo que dije a los judíos: 'A donde yo voy, ustedes 


no pueden venir'. 

Simón Pedro le dijo: "Señor, ¿adónde vas?". Jesús le



 respondió: "A donde yo voy, tú no puedes seguirme 


ahora, pero más adelante me seguirás". 



Pedro le preguntó: "¿Por qué no puedo seguirte 



ahora? Yo daré mi vida por ti". 

Jesús le respondió: "¿Darás tu vida por mí? Te 





aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas 


negado tres veces".



Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

 

 

EVANGELIO LUNES SANTO


lunes 02 Abril 2012

Lunes Santo


Santo(s) del día : San Francisco de Paula

Evangelio según San Juan 12,1-11.

Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, 


donde estaba Lázaro, al que había resucitado. 

Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era 



uno de los comensales. 

María, tomando una libra de perfume de nardo puro, 



de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los


 secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la 


fragancia del perfume. 

Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a



 entregar, dijo: 

"¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos



 denarios para dárselos a los pobres?". 

Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, 



sino porque era ladrón y, como estaba encargado de 


la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella. 

Jesús le respondió: "Déjala. Ella tenía reservado este



 perfume para el día de mi sepultura. 

A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a 



mí no me tendrán siempre". 

Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de



 que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, 


sino también para ver a Lázaro, al que había 


resucitado. 

Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar 



también a Lázaro, 

porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían 



en Jesús, a causa de él.



Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

 

 


EVANGELIO DOMINGO DE RAMOS




EVANGELIO ----------  A B R I L ..

domingo 01 Abril 2012

Domingo de Ramos


Santo(s) del día : San Hugo Francia



Evangelio según San Marcos 14,1-72.15,1-47.


Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Acimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte. 

Porque decían: "No lo hagamos durante la fiesta,

 para que no se produzca un tumulto en el pueblo". 

Mientras Jesús estaba en Betania, comiendo en casa de Simón el leproso, llegó una mujer con un frasco lleno de un valioso perfume de nardo puro, y rompiendo el frasco, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. 


Entonces algunos de los que estaban allí se indignaron y comentaban entre sí: "¿Para qué este derroche de perfume?
Se hubiera podido vender por más de trescientos denarios para repartir el dinero entre los pobres". 

Y la criticaban. 

Pero Jesús dijo: "Déjenla, ¿por qué la molestan? 

Ha hecho una buena obra conmigo. 

A los pobres los tendrán siempre con ustedes y podrán hacerles bien cuando quieran, pero a mí

 no me tendrán siempre. 

Ella hizo lo que podía; ungió mi cuerpo anticipadamente para la sepultura. 


Les aseguro que allí donde se proclame la Buena Noticia, en todo el mundo, se contará también en 

su memoria lo que ella hizo". 

Judas Iscariote, uno de los Doce, fue a ver a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. 


Al oírlo, ellos se alegraron y prometieron darle 

dinero. Y Judas buscaba una ocasión propicia para entregarlo. 



El primer día de la fiesta de los panes Acimos, 

cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?". 



El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: 

"Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un 
hombre que lleva un cántaro de agua.


 Síganlo,
y díganle al dueño de la casa donde entre: 

El Maestro dice: '¿Dónde está mi sala, en la que 
voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?'. 

El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario". 


Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua. 


Al
atardecer, Jesús llegó con los Doce.
Y mientras estaban comiendo, dijo: "Les aseguro 

que uno de ustedes me entregará, uno que come conmigo". 

Ellos se entristecieron y comenzaron a preguntarle, uno tras otro: "¿Seré yo?". 


El les respondió: "Es uno de los Doce, uno que se sirve de la misma fuente que yo. 


El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!". 


Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, 

diciendo: "Tomen, esto es mi Cuerpo". 

Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. 


Y les dijo: "Esta es mi Sangre, la Sangre de la 

Alianza, que se derrama por muchos. 

Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino

 de Dios". 

Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. 


Y Jesús les dijo: "Todos ustedes se van a escandalizar, porque dice la Escritura: Heriré al 

pastor y se dispersarán las ovejas. 

Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes 

a Galilea". 

Pedro le dijo: "Aunque todos se esca

ndalicen, yo no me escandalizaré". 



Jesús le respondió: "Te aseguro que hoy, esta 

misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me habrás negado tres veces". 



Pero él insistía: "Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré". Y todos decían lo mismo. 


Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní, y 

Jesús dijo a sus discípulos: "Quédense aquí, 
mientras yo voy a orar". 

Después llevó con él a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir temor y a angustiarse. 


Entonces les dijo: "Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí velando". 


Y adelantándose un poco, se postró en tierra y

 rogaba que, de ser posible, no tuviera que pasar 
por esa hora. 

Y decía: "Abba -Padre- todo te es posible: aleja de

 mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya". 

Después volvió y encontró a sus discípulos 

dormidos. Y Jesús dijo a Pedro: "Simón, ¿duermes? ¿No has podido quedarte despierto ni siquiera una hora?
Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil". 


Luego se alejó nuevamente y oró, repitiendo las mismas palabras.
Al regresar, los encontró otra vez dormidos, porque sus ojos se cerraban de sueño, y no sabían qué responderle. 


Volvió por tercera vez y les dijo: "Ahora pueden dormir y descansar. Esto se acabó. Ha llegado la 

hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado 
en manos de los pecadores. 

¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar". 


Jesús estaba hablando todavía, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. 


El traidor les había dado esta señal: "Es aquel a 

quien voy a besar. Deténganlo y llévenlo bien custodiado".
Apenas llegó, se le acercó y le dijo: "Maestro", y lo besó. 


Los otros se abalanzaron sobre él y lo arrestaron.
Uno de los que estaban allí sacó la espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja.
Jesús les dijo: "Como si fuera un bandido, han salido a arrestarme con espadas y palos. 


Todos los días estaba entre ustedes enseñando en

 el Templo y no me arrestaron. Pero esto sucede 
para que se cumplan las Escrituras". 

Entonces todos lo abandonaron y huyeron.
Lo seguía un joven, envuelto solamente con una sábana, y lo sujetaron;
pero él, dejando la sábana, se escapó desnudo. 


Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y allí se reunieron todos los sumos sacerdotes, los ancianos 

y los escribas. 

Pedro lo había seguido de lejos hasta el interior del palacio del Sumo Sacerdote y estaba sentado con 

los servidores, calentándose junto al fuego. 

Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban 

un testimonio contra Jesús, para poder condenarlo a muerte, pero no lo encontraban. 

Porque se presentaron muchos con falsas acusaciones contra él, pero sus testimonios no concordaban.
Algunos declaraban falsamente contra Jesús:
"Nosotros lo hemos oído decir: 'Yo destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres 

días volveré a construir otro que no será hecho por 
la mano del hombre'". 

Pero tampoco en esto concordaban sus declaraciones.
El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie ante la asamblea, interrogó a Jesús: "¿No respondes nada 

a lo que estos atestiguan contra ti?". 

El permanecía en silencio y no respondía nada. El Sumo Sacerdote lo interrogó nuevamente: "¿Eres 

el Mesías, el Hijo de Dios bendito?". 

Jesús respondió: "Sí, yo lo soy: y ustedes verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo". 


Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó: "¿Qué necesidad tenemos ya de testigos?
Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?". Y todos sentenciaron que merecía la muerte. 


Después algunos comenzaron a escupirlo y, tapándole el rostro, lo golpeaban, mientras le 

decían: "¡Profetiza!". Y también los servidores le daban bofetadas. 

Mientras Pedro estaba abajo, en el patio, llegó una 

de las sirvientas del Sumo Sacerdote
y, al ver a Pedro junto al fuego, lo miró fijamente y

 le dijo: "Tú también estabas con Jesús, el Nazareno". 

El lo negó, diciendo: "No sé nada; no entiendo de qué estás hablando". Luego salió al vestíbulo. 


La sirvienta, al verlo, volvió a decir a los presentes: "Este es uno de ellos". 


Pero él lo negó nuevamente. Un poco más tarde, los que estaban allí dijeron a Pedro: "Seguro que eres uno de ellos, porque tú también eres galileo". 


Entonces él se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando. 


En seguida cantó el gallo por segunda vez. Pedro recordó las palabras que Jesús le había dicho: 

"Antes que cante el gallo por segunda vez, tú me habrás negado tres veces". Y se puso a llorar. 

En cuanto amaneció, los sumos sacerdotes se reunieron en Consejo con los ancianos, los escribas 

y todo el Sanedrín. Y después de atar a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. 

Este lo interrogó: "¿Tú eres el rey de los judíos?". Jesús le respondió: "Tú lo dices". 


Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra él. 


Pilato lo interrogó nuevamente: "¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!". 


Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato. 


En cada Fiesta, Pilato ponía en libertad a un preso,

a elección del pueblo. 

Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición. 


La multitud subió y comenzó a pedir el indulto acostumbrado. 


Pilato les dijo: "¿Quieren que les ponga en libertad 

al rey de los judíos?". 

El sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia. 


Pero los sumos sacerdotes incitaron a la multitud

 a pedir la libertad de Barrabás. 

Pilato continuó diciendo: "¿Qué debo hacer, entonces, con el que ustedes llaman rey de los judíos?". 


Ellos gritaron de nuevo: "¡Crucifícalo!". 


Pilato les dijo: "¿Qué mal ha hecho?". Pero ellos gritaban cada vez más fuerte: "¡Crucifícalo!". 


Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.
Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia. 


Lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y se la colocaron.
Y comenzaron a saludarlo: "¡Salud, rey de los judíos!".
Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían 

y, doblando la rodilla, le rendían homenaje. 

Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo. 


Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que regresaba del campo, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús. 


Y condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota,

 que significa: "lugar del Cráneo". 

Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó. 


Después lo crucificaron. Los soldados se repartieron sus vestiduras, sorteándolas para ver qué le tocaba

 a cada uno. 

Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron.
La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: "El rey de los judíos". 


Con él crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha 

y el otro a su izquierda.

Los que pasaban lo insultaban, movían la cabeza y decían: "¡Eh, tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar,
sálvate a ti mismo y baja de la cruz!". 


De la misma manera, los sumos sacerdotes y los escribas se burlaban y decían entre sí: "¡Ha salvado

 a otros y no puede salvarse a sí mismo! 

Es el Mesías, el rey de Israel, ¡que baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos!". También lo insultaban los que habían sido crucificados con él. 


Al mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde;
y a esa hora, Jesús exclamó en alta voz: "Eloi, Eloi, lamá sabactani", que significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". 


Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron: "Está llamando a Elías". 


Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña le dio de beber, diciendo: "Vamos a ver si Elías viene a bajarlo".
Entonces Jesús, dando un gran grito, expiró.


El velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
Al verlo expirar así, el centurión que estaba frente a él, exclamó: "¡Verdaderamente, este hombre era 

Hijo de Dios!". 

Había también allí algunas mujeres que miraban de lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé,
que seguían a Jesús y lo habían servido cuando estaba en Galilea; y muchas otras que habían 

subido con él a Jerusalén. 

Era día de Preparación, es decir, víspera de sábado. Por eso, al atardecer,
José de Arimatea -miembro notable del Sanedrín, 

que también esperaba el Reino de Dios- tuvo la audacia de presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. 

Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. 


Informado por el centurión, entregó el cadáver a José. 


Este compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, 

lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro 
cavado en la roca. Después, hizo rodar una piedra 
a la entrada del sepulcro. 

María Magdalena y María, la madre de José, 

miraban dónde lo habían puesto.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.


EVENGELIO


sábado 31 Marzo 2012

Sábado de la quinta semana de Cuaresma


Santo(s) del día : San Benjamin Ergol ,  San Amós (Profeta)

Evangelio según San Juan 11,45-56.

Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que 


habían ido a casa de María creyeron en él. 

Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo 



que Jesús había hecho. 

Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un 



Consejo y dijeron: "¿Qué hacemos? Porque este 


hombre realiza muchos signos. 

Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, y los



 romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y


 nuestra nación". 



Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote 



ese año, les dijo: "Ustedes no comprenden nada. 

¿No les parece preferible que un solo hombre muera



 por el pueblo y no que perezca la nación entera?". 

No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como



 Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación,


y no solamente por la nación, sino también para 


congregar en la unidad a los hijos de Dios que 


estaban dispersos. 

A partir de ese día, resolvieron que debían matar a 



Jesús. 

Por eso él no se mostraba más en público entre los 



judíos, sino que fue a una región próxima al desierto, 


a una ciudad llamada Efraím, y allí permaneció con


 sus discípulos. 

Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha 



gente de la región había subido a Jerusalén para 


purificarse. 

Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el



 Templo: "¿Qué les parece, vendrá a la fiesta o no?".




Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios
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EVENGELIO


viernes 30 Marzo 2012

Viernes de la quinta semana de Cuaresma


Santo(s) del día : Santa Irene Macedonia


Evangelio según San Juan 10,31-42.

Los judíos tomaron piedras para apedrearlo. 

Entonces Jesús dijo: "Les hice ver muchas obras 



buenas que vienen del Padre; ¿Por cuál de ellas me 


quieren apedrear?". 



Los judíos le respondieron: "No queremos apedrearte 



por ninguna obra buena, sino porque blasfemas, ya


 que, siendo hombre, te haces Dios". 



Jesús les respondió: "¿No está escrito en la Ley: Yo 



dije: Ustedes son dioses? 



Si la Ley llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra 



-y la Escritura no puede ser anulada- 



¿Cómo dicen: 'Tú blasfemas', a quien el Padre 



santificó y envió al mundo, porque dijo: "Yo soy Hijo 


de Dios"? 



Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; 




pero si las hago, crean en las obras, aunque no me 



crean a mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre 


está en mí y yo en el Padre". 

Ellos intentaron nuevamente detenerlo, pero él se les



 escapó de las manos. 



Jesús volvió a ir al otro lado del Jordán, al lugar donde 



Juan había bautizado, y se quedó allí. 



Muchos fueron a verlo, y la gente decía: "Juan no ha 



hecho ningún signo, pero todo lo que dijo de este 


hombre era verdad". 

Y en ese lugar muchos creyeron en él.





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EVANGELIO


miércoles 28 Marzo 2012

Miércoles de la quinta semana de Cuaresma


Santo(s) del día : San Sixto III

Evangelio según San Juan 8,31-42.


Jesús dijo a aquellos judíos que habían creído en él: 


"Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán 


verdaderamente mis discípulos: 

conocerán la verdad y la verdad los hará libres". 


Ellos le respondieron: "Somos descendientes de 



Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. 


¿Cómo puedes decir entonces: 'Ustedes serán 


libres'?". 

Jesús les respondió: "Les aseguro que todo el que 



peca es esclavo del pecado. 

El esclavo no permanece para siempre en la casa; el 



hijo, en cambio, permanece para siempre. 

Por eso, si el Hijo los libera, ustedes serán realmente 



libres. 

Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, 



pero tratan de matarme porque mi palabra no penetra


 en ustedes. 

Yo digo lo que he visto junto a mi Padre, y ustedes 



hacen lo que han aprendido de su padre". 

Ellos le replicaron: "Nuestro padre es Abraham". Y 



Jesús les dijo: "Si ustedes fueran hijos de Abraham 


obrarían como él. 

Pero ahora quieren matarme a mí, al hombre que les 



dice la verdad que ha oído de Dios. Abraham no hizo 


eso. 

Pero ustedes obran como su padre". Ellos le dijeron: 



"Nosotros no hemos nacido de la prostitución; 


tenemos un solo Padre, que es Dios". Jesús 


prosiguió: 

"Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque 



yo he salido de Dios y vengo de él. No he venido por 


mí mismo, sino que él me envió.