Entre Guanaguanare y Tucupido la pila bautismal es aleluya bajo el cielo ancestral venezolano. Has sido tú, María, misionera, con tus suaves arrullos, tus mensajes, la madre inmaculada que protege. Virgen de Coromoto, así te llaman los hijos recobrados por tu amor.
En Guanare tú iluminaste el río, con tu belleza intacta deslumbraste la huida hacia la selva solitaria. Se rindió a ti el incrédulo cacique y en la tribu de indígenas florecen alhelíes, gardenias, tulipanes, con el agua bendita de la Vida.
Son tus palabras gotas celestiales sobre el oscuro rostro de la noche, una lluvia de luz que se derrama como suave caricia redentora.
Es tu imagen grabada en pergamino la joya en que destella tu mirada, la flor que alberga el néctar inmortal, la faz de la esperanza en Venezuela.
Emma Margarita R.A.-Valdés
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