Domingo 02 Septiembre 2012
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén
se acercaron a Jesús,
y vieron que algunos de sus discípulos comían con
las manos impuras, es decir, sin lavar.
Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no
comen sin lavarse antes cuidadosamente las
manos, siguiendo la tradición de sus antepasados;
y al volver del mercado, no comen sin hacer primero
las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas,
a las que están aferrados por tradición, como el
lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de
bronce.
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a
Jesús: "¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo
con la tradición de nuestros antepasados, sino que
comen con las manos impuras?".
El les respondió: "¡Hipócritas! Bien profetizó de
ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice:
Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón
está lejos de mí.
En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan
no son sino preceptos humanos.
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios,
por seguir la tradición de los hombres".
Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo:
"Escúchenme todos y entiéndanlo bien.
Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede
mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale
del hombre.
Porque es del interio, del corazón de los hombres, de
donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones,
los robos, los homicidios,
los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños,
las deshonestidades, la envidia, la difamación, el
orgullo, el desatino.
Todas estas cosas malas proceden del interior y son
las que manchan al hombre".
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Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
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