Señor, hazme un intrumento de
tu paz:
que donde haya odio, siembre yo amor;
donde haya injuria, perdón;
donde haya duda, fe;
donde haya desaliento, esperanza;
donde haya sombras, luz;
donde haya tristeza, alegría.
¡Oh, Divino maestro!
Concédeme
que no busque ser consolado, sino consolar;
que no busque ser comprendido, sino comprender
que no busque ser amado, sino amar;
porque dando es como recibimos
perdonando es como nos perdonas
muriendo es como nacemos a la vida eterna.
Credo de
la Paz
Soy culpable de provocar la guerra
cuando por soberbia
uso mi inteligencia para perjudicar
a mis semejantes.
Soy culpable de provocar la guerra
cuando tergiverso
las opiniones de aquellos que difieren
de las mías.
Soy culpable de provocar la guerra
cuando no respeto
los derechos y las propiedades de los
demás.
Soy culpable de provocar la guerra
cuando codicio
lo que otros han adquirido
honestamente.
Soy culpable de provocar la guerra
cuando trato
de mantenerme en una posición
superior,quitando a otros la
oportunidad de avanzar.
Soy culpable de la guerra cuando
considero
que mis parientes y yo somos gente
privilegiada.
Soy culpable de provocar la guerra
cuando pienso
que puedo monopolizar los recursos
de la naturaleza
como si fueran un patrimonio
exclusivamente mío.
Soy culpable de provocar la guerra
cuando imagino
que otra gente tiene que pensar y
vivir como yo.
Soy culpable de provocar la guerra
cuando pienso
que el éxito en la vida
sólo depende de alcanzar poder, fama
y riqueza.
Soy culpable de provocar la guerra
cuando pienso
que las mentes de la gente deberían ser
controladas
por la fuerza, no por la razón.
Soy culpable de provocar la guerra
cuando creo
que el Dios que yo concibo es el único
que tienen
que aceptar los demás.
Soy culpable de provocar la guerra
cuando pienso
que el país donde nace un hombre
tiene que ser necesariamente
el único donde él debe pasar toda
su vida.
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