POR LOS TÚNELES DE ACERO
La ciudad abre sus fauces
a la mañana ceniza,
regurgita su hato de hombres
hacia esperanzas marchitas,
por los túneles de acero
que ofrecen ciegas salidas
al paraíso perdido
buscado por las esquinas.
Hombres que al atardecer,
con las miradas sombrías
y el peso de la añoranza
en sus cansadas pupilas,
por los túneles de acero
regresan a sus guaridas,
al cemento de sus cárceles,
fraguado en melancolía.
En la noche sin descanso,
rota por la algarabía
de motores y sirenas
en las ventanas rojizas,
por los túneles de acero
del sueño que les habita
galopan pena y dolor,
y el ansia de nuevas vidas.
Y a la mañana siguiente
la fría ciudad vomita
los mismos hombres de asfalto
hacia iguales fantasías,
por los túneles de acero
que ofrecen ciegas salidas
al paraíso perdido
en las oscuras esquinas.
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