Oh aquellos días claros...
Oh aquellos días claros de mi niñez, aquellosdías entre jardines, entre libros y sueños,a qué poco han quedado reducidos: las piedrasbrillantes al sol alto del dulce mediodía-¡qué amarilla se ha puesto de aquel sol la memoria!-,las pequeñas calizas, los cuarzos y pizarraspolvorientas, suaves, bajo los almecinos,aún tienen un rescoldo de recuerdo en mis manos;el jazmín del estío -¡qué fue de aquella nieve!-,que daba olor de fiesta a la tranquila noche,aún lo siento en el pecho, cuando cierro los ojos;y el rumor de las olas, lenta, lejanamente,en mi interior florece cuando llueve el silencio.Calor, olor, rumores: a qué poco han quedadoreducidos los días lejanos y felices.A veces el sonido de una piedra, cayendoen una verde alberca, me hace creer que nuncadebió formarse un hombre sobre aquel que gozabasobresaltando aguas tranquilas. Y quién sabesi hoy, corriendo esas aguas hacia mares futuros,también piensan que nunca debieron de ser ríos.
Oh aquellos días claros de mi niñez, aquellosdías entre jardines, entre libros y sueños,a qué poco han quedado reducidos: las piedrasbrillantes al sol alto del dulce mediodía-¡qué amarilla se ha puesto de aquel sol la memoria!-,las pequeñas calizas, los cuarzos y pizarraspolvorientas, suaves, bajo los almecinos,aún tienen un rescoldo de recuerdo en mis manos;el jazmín del estío -¡qué fue de aquella nieve!-,que daba olor de fiesta a la tranquila noche,aún lo siento en el pecho, cuando cierro los ojos;y el rumor de las olas, lenta, lejanamente,en mi interior florece cuando llueve el silencio.Calor, olor, rumores: a qué poco han quedadoreducidos los días lejanos y felices.A veces el sonido de una piedra, cayendoen una verde alberca, me hace creer que nuncadebió formarse un hombre sobre aquel que gozabasobresaltando aguas tranquilas. Y quién sabesi hoy, corriendo esas aguas hacia mares futuros,también piensan que nunca debieron de ser ríos.
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